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26 oct 2009

El día que Alexander conoció a Margot.

Viento M: Aquí cumplo con lo prometido. Un saludo caluroso.
Esta historia viene a completar la historia escrita por Margot: http://soloundeliriodelaluna.blogspot.com/2009/10/la-noche-en-que-marguerite-conocio.html

Saludos
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Habia una sóla persona a la que Alexander deberia de temer.

Regresaba de su primer viaje al exterior, habia cumplido un trabajo en otro país y eso lo emocionaba. Al llegar a su casa lo sobresaltó encontrarse con una nota que lo citaba en un restaurante a las afueras de la ciudad, "Le chambre" era el nombre del sitio en las instalaciones de un chalet residencial.
"2.30 a.m nos encontramos en "Le Chambre",
"Rodrigo Minerva."

Leía la nota en colectivo, afuera la ciudad dormía silenciosa y el colectivo perforaba el vacío como una aguja que traspasa la piel. El sólo saber que aquel hombre lo habia citado de cierta forma lo incómodaba.

Apenas entró al palier del local pudo divisar de manera casi inmediata una mujer subiendo al ascensor, le llamo la atención el horario tardío de ella pero más aún el presuroso instinto se quedó embobado con sus curvas. Alexander subió por las escaleras y llegó al quinto piso.
El local estaba oscuro dando la primera impresión de estar cerrado... Alexander tomó el redondo picaporte y lo giró. La ceradura cedió y la puerta abrió con un sonoro crujir que le revolvió el estómago a Alexander.

En el fondo del restaurante, una silueta se dibujaba en una mesa. Alexander reconoció de inmediato al joven, no cabia duda, Rodrigo Minerva estaba esperandolo. Camino hasta la mesa.
Minerva lo inquietaba como si fuese un alumno rebelde frente a su director.
Se sentó frente a Rodrigo, quien miraba la imponente vista de la ciudad desde la ventana. Alexander miró por la ventana y irrumpió el silencio.
_ Bueno, aquí estoy.

Los ojos de Rodrigo se posarón sobre los azules de Alexander. Rodrigo tenía los ojos castaños oscuros, cabello ondulado. Aunque no era un hombre que sobresaliese físicamente era dueño de una presencia titánica. Las transparentes pupilas de Alexander se adaptaron rápidamente a la oscuridad y pudo verle una sonrisa mácabra a Minerva.
_ ¿ Has comido langosta alguna vez?-preguntó Rodrigo-
_ No.
La aspera respuesta de Alexander delataba su miedo. Queria minimizar el tiempo que pasarìa en esa habitación.
_ Sérvite.
Alexander bajó la vista y se encontró con una copa de vino, langosta y todo delicadamente preparado para una cena. Alexander no estaba cómodo por una sencilla razón, si él era considerado una asesino, Rodrigo Minerva era un genocida.
Tomó una copa de vino y se dispuso a conversar, sin embargo algo le llamo la atención en su copa de vino. Pudo distinguir en el reflejo de su copa algo extraño a su espaldas. Antes que Rodrigo se preparace para hablar Alexander se llevó un dedo a la sien. Minerva quedó confundido ante la seña.
_ Aquí dá... -le encantaba las pausas que sometían al misterio- el primer disparo si no le dices a tu gorila que nos deje solos.

Rodrigo lo miró irritado, Alexander trató de enmarcar su sonrisa clásica pero apenas pudo hacer una burda mueca. Pronto el guardia de Rodrigo estaba afuera.
_ Envié otro para que te acompañará, tenía miedo que te siguieran o hagas alguna estúpides
_ Noté que me seguían.
Rodrigo levantó el cejo. Alexander comió su primer bocado de langosta.
_ No me gusta que me sigan.

.....

El colectivo abre su puerta y Alexander baja a quince cuadras del lugar. Un taxi se detiene a treinta metros en la vereda de enfrente. Alexander comienza a caminar, pero siente algo en el cuello, como un collar pesado. Alguién lo está observando, lo notá al instante, el espia era torpe en sus pasos como un cachorro que se dispone a seguir a su madre y tropieza una y ootra vez.

Cuando el guardia dobló en la esquina; descubre una calle desolada. "Que escurridizo ese hombre,"pensó al tiempo que Alexander le ponía el arma en la cabeza por la espalda.

El disparo resonò en la atmósfera turbia de Buenos Aires.
...

_ ¿Que le hiciste?
_ Un disparo.
Rodrigo paró de comer. Alexander sostenìa su dedo ìndice frente a los ojos directos de Rodrigo.
_ En la pierna. -agrego-
Alexander se preguntaba porque el mejor asesino de Argentina tenía guardaespaldas. Rodrigo, a diferencia de Alexander, se encargaba de asesinatos políticos, por un precio descomunal y llegando a matar grupos de personas enteros. Todo eso sumando que no excedia los 25 años era un ser terriblemente frío.
_ Vamos a lo nuestro Ruit.  ¿Sabes que nos diferencia?
_ No.
Por fin habia comenzado la charla. Desde que habia entrado al lugar se preguntaba que hacia con ese tipo frente a él.
_ Disfrutas tu trabajo. Para mí es un trabajo y nada más. No me pongo idealista.
Un ruido sobresalto a Alexander venía de algun sitio pero no lograba distinguir. Rodrigo se levantó y prendió una luz.Al fondo en una silla un hombre atado y amordazado trataba de librarse vanamente de las cuerdas.
Rodrigo caminó frente a un maletín, lo tomó y lo abrió frente a Ruit, este quedo boquiabierto frente a la cantidad de dinero.
_ Y hay más. Un disparo ¡BANG! y todo esto se te acredita.

Alexander pensó un momento
_ ¿Por qué no lo haces vos?
_ Te estoy probando.
_No lo voy a matar en un chalet lleno de gente.
_ No te vas a ensuciar, ni un problema.
Un crucé de miradas certificaba la confianza. Rodrigo tampoco iba a arriesgarce, era todo menos estúpido.
_ ¿Que fué lo que hizo?
_ No es tu problema.
_ Si voy a matar un hombre quiero saber si lo merece.
_ ¿Y eso està a tu juicio, Ruit?
_ Un poco si. ¿Por què?
Por un momento se sorprendio de si mismo, estaba respondiendole a Rodrigo Minerva como un igual.
_ No te importa.

Alexander estaba incómodo, deseaba con todo el alma salirce de ahí, estar tranquilo en su casa descansando. Una horda de calor empañaba la ventana y las luces tìtilantes dibujaban la ciudad. Bebio un trago de vino que asperamente le curo el dolor que provoca el silencio. Finalmente se atrevio y lo dijo.
_ Entonces paso.

Rodrigo sonrió, caminó hacia el hombre y le disparó un tiro en el pecho. El hombre apenás si tuvo tiempo de quejarse. Alexander prendió un cigarrillo pero Rodrigo le hizo señas que no se podía fumar, mientrás el hombre gemía con los instantes que le quedaban de vida.

Rodrigo se peinó y se sentó frente a Alexander.

_ Me pagaron para que te mate Alexander.
Rodrigo pusó el arma en la frente de Alexander y este conocio el miedo como un cosquilleo desde el dedo anular de su pie (sobre el cual tenia una especial sensibilidad) hasta el centro de su médula subiendole por la espalda.
_ La diferencia entre nosotros es que mi trabajo es matar. Y lo hago.

Alexander apago el cigarrillo, le temblaba la mano pero no el rostro. Aquello le recordo a la primera vez que mató un hombre.

_ No vas a matarme. -atinó a decir aprovechando el sonido de un aviòn que hacia vibrar la mesa-
Encontences comenzó a darle golpecitos con la frente al arma. La acción de Alexander hizo que Minerva quedace tiezo ¿Cuán demente estaba este sujeto?

_ El trabajo que has echo en México es genial. -dijo bajando el arma- todo el mundo está convencido y las pistas índican que fué un suicidio. Felicitaciones.

El rostro de Rodrigo perturbaba a Alexander. Parecia saber la verdad siempre, indagando con sus ojos al fin de descubrir las mentiras.
_ Fue un suicidio ¿verdad?. No lo mataste.
_ No, no lo hise.
_ Lo induciste al suicidio.
_ Murió. ¿No era lo que importaba?
_ A mi no me importa cómo, pero tienes una magía y la usas sólo cuando quieres. La gente que me pidio que ... - movió el dedo como tratando de ilustrar- me encargara de ti aceptaron que no lo haga contigo, pero pidieron tu familia.
Alexander lo miró con una intensidad que a Rodrigo logró perturbar.
_ Me he enterado que has sido padre, ¡felicitaciones!. creo que te doleria ver a tu bebe muerto.

Los ojos de Alexander brillaron como cuando la muerte de alguién estaba en puerta. Una sonrisa le iluminó el rostro como si todo de lo que estaba hecho se le subiese a la cabeza, dejó de jugar con la servilleta y mirò directamente a los ojos de Rodrigo que permanecian con su mueca de amenaza macabra. Tan sólo tardaron tres minutos los ojos de Rodrigo en mutar temerosos de Alexander.
El rostro de Rodrigo empalideció.
_ ¿Cuantos años tienes? -dijo tranquilamente Alexander-
__ 27
Alexander hubiese dicho que no superaba los 25, pero aquello no era importante.
__ Rodrigo, voy a perdonarte la vida por la insolencia que acabás de decir.
Rodrigo permaneció estático, los ojos de Alexander lo habian puesto realmente nervioso. En otras ocasiones hubiese llamado a uno de sus matones, pero ahora estaba solo, aunque él tenía el arma en la mano.

_ Pero te recomiendo -prosiguió Alexander- que vayas elijiendo el color de tu silla de ruedas.

Alexander le pidió el arma a Rodrigo. Este le apunto directamente a la frente.
_ Puedo matarte ya, si lo deseo.
_ Podrías, pero mi cabeza vale mucho y ya rechazaste el trabajo. Por el contrario nadie ofrece nada para matarte a tí. Podría hacerlo gratis.

Esa noche Rodrigo pagó la cena. Alexander se marchó y de detuvo a esperar el ascensor. Ya no estaba nervioso, sabia que Rodrigo queria cuidar sus piernas.

Cuando se abrio la puerta del ascensor Alexander miró fijamente a la mujer con la que se habia cruzado al llegar. Era prostituta, lo notò por el perfume que usaba y el olor a enjuage bucal. Sin embargo tenía en su rostro una tristeza mística y no dudó un segundo en ofrecerse para darle las caricias que tantos hombres le habian negado.

Ella aceptó y la noche terminaria bien.